Cuando te escondes de Dios, igual que Adan y Eva en el Jardin de Eden (Genesis 3), solo impides tu sanación.
Dios ya sabe lo que está pasando contigo. El supo lo que Adan y Eva hicieron, lo que ellos pensaron y todo lo que pasó, entes de llamarles a ellos en el jardín.
También El sabe lo que tu haces, has hecho y piensas y has pensado.
Lo maravilloso del perdón es que tu no tienes que hacer nada, Dios ya te ha perdonado através del sacrificio de Jesús en la cruz. E
l momento que tu le acercas y aceptas al frente de Dios lo que has hecho, que tus intentos han fallado, que tu no has podido ser perfecto y hacer todo bien, algo que Dios no espera de nosotros, ese momento ante El, tu solo recibes el perdón.
Y lo mágico y lo maravilloso es que ese perdón te cambia a ti.
No son tus esfuerzo, no eres tu quien te puede cambiar pero Dios y tu relación con Dios.
Porque cuando tu confiezas tus pecados, Dios renueva tu relación con El y atraves de esa relación y de la sanación que esa relación va haciendo en tus heridas y en los daños internos que la caída ha causado en ti, atraves de ese poder de Dios, es que tu vas cambiando y el pecado sale de ti.
Lo que tu necesitas es mantener tus ojos en Dios, tu mirada en Jesús y confesar todo lo que pasa en tu corazón y en tu mente para que Dios te pueda alcanzar, con su Espiritu Santo, a cada rincón de tu ser y cambiarlo por esa persona pura y perfecta que El creo y quien ha sido dañada por el pecado y daño del mundo.
Si, es terrible aceptar que no podemos salvar a nosotros mismos.
Nunca vas a poder ser suficientemente buena.
Nunca podrás ganar la aceptación y el perdón.
No hay nada que tu puedes hacer para salvarte.
Es una verdad muy dolorosa porque sería tan magnifico poder hacer algo.
Poder, con mis propias fuerzas, impresionar a Dios tanto que El me otorgue el perdón por eso.
Pero no es como funcionen las cosas.
Nosotros no podemos ganar al perdón.
No podemos trabajar suficientemente duro para obtenerlo.
No es un premio y no es un pago.
Es un regalo.
Un regalo a cual solo una persona inmensamente poderosa, un ser todopoderoso, puede otorgarnos.
Y solo lo podemos recibir con la humildad que merita ese ser.
Es algo horriblemente avergonzoso y terrible.
Y algo increiblemente maravilloso y liberador.
Ese ser, ese Dios todopoderoso, merecedor de todo el respeto y aún más, ese Dios a quien nunca podemos alcanzar por nosotros mismos, te ama.
Te ama con locura.
Y aún más, te quiere sanar.
Te quiere hacer completo.
Te quiere hacer sant@ y perfect@ y alzar a Su nivel y tener a Su lado y hacerte Su hij@.
Y lo único, y terrible, que tienes que hacer tu, es abrir la puerta, dejarle entrar y dejarle ver todo lo que hay en tu corazón, en tu mente y en tu ser.
Pero acuérdate, El te ama y quiere todo lo mejor para tí.
Y te va a sanar, curar y perfeccionar con un amor inmenso y con un cuidado perfecto.
Dios en Su fidelidad te está buscando.
El te está llamando, El quiere que tu vengas a El, que te acerques a donde El te está esperando.
El conoce a tus debilidades, El conoce a tus errores y a tus pecados.
El sabe todo lo que has hecho y El sabe donde te estás escondiendo.
Pero El nunca va a obligarte pero siempre te va a llamar y esperar porque Su paciencia y amor por ti son eternos.
Cuando tu decides que estés listo, El te está esperando y El te va a recibir con brazos abiertos y con Su corazón abierto y con Su amor perfecto y puro.
El te va a curar y te va a sanar, te va a dar una nueva vida y va a hacerte perfecto porque en la presencia del Señor nosotros también seremos perfectos.
Y te va a llamar Su hij@ y hereder@ y te dará un lugar en Su casa y podrás cenar en Su mesa y pertenecer en Su familia.
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